La mejor manera en que Carlos Salcido logrará mejorar su imagen pública será volviendo a jugar muy bien al futbol y haciendo olvidar con jugadas en la cancha los comentarios «extrafutbolísticos»  sobre él.

Y si Tiger Woods no ha logrado cambiar del todo su imagen tras el escándalo de su vida privada que afectó su vida profesional, es no sólo porque tuvo un pésimo Manejo de Crisis de Imagen Pública, sino porque no ha logrado volver a estar como el público quiere verlo: ganando trofeos.

Estas reflexiones del manejo de imagen en los temas deportivos surgen a raíz de una entrevista que el diario El Economista nos solicitó para hablar de casos escandalosos en el deporte, como el de Tiger Woods, André Agassi y otros.

 

Intelligens Consultoría en Comunicación, antes Lozano Comunicación, en entrevista con El Economista.

 

Tiger Woods, la estrella del golf, vivió un escándalo hace unos meses cuando salió a la luz una infidelidad en su matrimonio, tema que lo marginó de su deporte por algún tiempo.

A su vez, el tenista André Agassi confesó haber usado sustancias prohibidas, mientras que la misma sombra del dopaje afectó al exitoso ciclista Lance Armstrong, sin que hasta la fecha se haya determinardo su culpabilidad.

En todos estos y otros casos, es posible, como en el caso de cualquier figura pública, mejorar su imagen pública.

Hay que seguir pasos básicos pero bien hechos: 1.- dar la cara y admitir la responsabilidad (aspecto que Armstrong no ha hecho hasta la fecha, en caso de ser culpable), 2.- ofrecer disculpas por el hecho (Woods hizo de una manera deficiente) y sobre todo 3.- resarcir el daño (dando muestras reales de cambio).

Hay factores «paliativos» para el descrédito, como su carisma personal y el hecho de que ya esté retirado, en el caso de Agassi, por ejemplo. Sin embargo, a veces no es suficiente para que un deportista ( o cualquier figura pública) logre salir del descrédito en el que él mismo se metió.

En el caso de Salcido y los futbolistas seleccionados mexicanos esto de que ellos mismos se metieron es evidente. Y no sólo nos referimos a las decisiones ético-personales sobre qué hacen con su tiempo libre, sino a nuestro tema: cómo lo comunicaron.

 

Salcido tratando de dar detalles sobre su fiesta, pensando que eso le ayudaría.

 

Por ejemplo, pudiendo haber enfatizado desde el principio con consistencia y contundencia que «la concentración de la Selección» ya había terminado, como efectivamente se comprobó con papeles oficiales, varios, como Salcido, optaron por justificar cosas de una forma en la que en la misma  justificación iban conceptos y palabras «negativas» que terminaban por asociarlos más con una mala imagen.

Al final, más allá de si esos «escándalos» son injustos o merecidos, estas figuras públicas pueden aprender a que lo que dicen y hacen, y la manera de hacerlo tiene un impacto real en cómo se deteriora o mejora su imagen pública.