ANÁLISIS: En términos de estrategia política, la declinación de Fernando Elizondo era obvia desde hace más de un mes.  La duda era cuándo y por quién.

Quizás las sentidas simpatías de un sector importante de la población o sus aspiraciones legítimas (frustradas por segundo sexenio consecutivo) de poder dirigir el gobierno estatal de Nuevo León le hacían aplazar la decisión, buscando evadirla, por si un milagro o algo inesperado lo hacía subir mucho más en las encuestas. 

Sin embargo, políticamente era evidentemente la decision más viable para no echar por perdido (al menos en términos de pragmatismo electoral) lo ganado en el proceso.

El excandidato a Gobernador por el PAN el sexenio pasado, exgobernador interino de Nuevo León, exsecretario de Energía Federal y exsenador había destacado en casi todos los debates y generado la percepción – aún en sus adversarios – de ser claramente el mejor candidato y el más preparado.

No obstante, su campaña aunque tenía una tendiente ascendente no creció lo suficientemente rápido y se confirmó pronto, más bien, como un posible fiel de la balanza en la contienda, más que un aspirante viable en sí mismo.

Elizondo, como ahora ha reconocido públicamente, estaba en pláticas tanto con  «El Bronco», el candidato independiente ex priísta, Jaime Rodríguez, como con Felipe Cantú, del PAN.

Eso es normal en los proceso electorales de esta naturaleza, sin embargo, desde el punto de vista de la Comunicación Política, Fernando Elizondo cometió un doble error.

Primero, en el debate organizado por el periódico El Norte, Elizondo mandó el mensaje de que sí iba declinar.

Fue muy amable ante la invitación pública de Felipe Cantú (a pesar de haber antes renunciado al PAN) de unirse a él y no negó tajantemente la posiblidad sino que habló de un posible escenario donde eso podría suceder.

Más claro aún: cuando Ivonne Álvarez, la candidata del PRI le preguntó abiertamente si declinaría por otro candidato, a Elizondo le faltó habilidad en la forma y fondo de su mensaje y comunicación para no ahuyentar nuevos posibles seguidores, justo en el momento en que más crecía en las encuestas.

Elizondo no fue claro y contundente en mandar un señal de que sí va iba por todo y más bien terminó mandando el claro mensaje de que sí era muy probable que declinara.

El candidato, identificado como el más cercano a los empresarios dijo que si viera a alguien que pudiera encabezar la transformación del estado, se uniría, pero que hasta ese momento no lo veía, pero en términos de Comunicación Política, esa forma de responder realmente mandó el mensaje incorrecto y el que él menos necesitaba.

Pero luego vino el doble error. Ante el tema, comenzó a crecer (además con columnas y menciones en la prensa) la idea de la declinación y Elizondo y su campaña, como espantados, sobrereaccionaron. Buscando acallar los rumores que afectaban su posible crecimiento, comenzaron ahora a negar tajante y casi agresivamente que declinaría y a reforzar una campaña comparativa que denigraba, entre otros, al candidato por el que finalmente declinó.

En redes sociales,

Por eso, cuando el otro Elizondo, «Chema» Elizondo

Era el mismo equipo que en redes sociales

Elizondo muy buena en cuanto a diseño gráfico.

Se requería hacer algo más que contratar a Celso Piña